Los perros y los gatos del Camino.
Los perros están ausentes del camino, así que llevar un gallao para defenderse a garrotazos de esos bichos es innecesario.
Si bien un buen gallao te da estatus de alguien importante y bien armado.
Estamos hablando de un gallao, no un palitroque retráctil del Decathlon.
Adema la utilidad y el manejo del gallao es mil veces mejor, pues con su empuñadura en semicírculo siempre lo puedes afirmar sea como sea el terreno.
Y con su punta de metal semiduro incluso te sirve de punzón defensivo ante cualquier culebra o bicharraco de cuatro o dos patas.
También si tienes que alcanzar una rama de frutal del Camino te servirá de gancho pá bajarla.
Caso de parar a descansar, con las dos manos asidas a la empuñadura, te sirve de palanca.
Ya en la urbe todos te abrirán paso y cederán el asiento no por miedo al garrotazo sino por respeto al necesitado.
Aunque si aparece una eventualidad con algún blangandrum, se lo pensará dos veces ante la visión del garrote.
Sobre los gatos solo puedo tener buenos augurios, están a todo lo largo del camino.
Siempre expectantes, viendo pasar tanto caminante y en su idioma silencioso te saludan «Buen Camino», caminante.

Que el camino te sea prospero.
Que encuentres lo que buscas.
Que no tengas prisa en llegar.
Si regresas un día, aquí estaré.
Muchas casas de las aldeas tienen gateras, que de niño recuerdo haberlas visto por las güertas de Aljucer.
Siempre me intrigó y no entendí, ni nadie me explico el porqué las hacen, pues es una entrada fácil pá cualquier bicho…
Estos días sentado al sol en un poyete de una casa, observando una, lo entendí bien.
Es la perfecta sincronización entre humano y felino que tras miles de años de convivencia, cada uno tiene su misión respetando la libertad del otro.
La Gatera no es solo la puerta de entrada del gato a «Su Casa», sino le sirve al gato de trampa pá la bichería.
Aquel osado bicho que se atreva a cruzar la gatera, dejará sus olores y el algún momento el gato revisa y con su fino olfato detectará el paso, mas adelante, a la noche tal vez, se sentará vigilante, pondrá a trabajar su fino oído y su visión nocturna privilegiada y dará cuenta del atrevido bicho.
Estos bellos felinos que por el día observan y a la noche cazan, escogieron la libertad total.
No aceptan ser manadas.
Viven con dignidad su independencia y soledad.
Son las mejores madres ya vistas.
No se fían ni del padre de su prole.
Los padres vagan errantes por los territorios colindantes un ratito aquí, otro allá.
Es por lo tanto de las primeras sociedades matriarcales avanzadas.
Ambos tienen a los humanos como refuerzo y cobijo del día a día, aunque en caso de no ser bien recibidos, seguirán su camino…
