
La piedra Seca y la solidaridad
Unas cosa es hacer Catedrales, Acueductos, Pirámides, que contaban con los mejores arquitectos y picapedreros del reino, con presupuestos gigantescos y otra es hacerte tu casita con tus manos en un lugar remoto a leguas de las grandes urbes.
Una cosa es tener levas de esclavos latigueados y otra es ir juntando piedras de los montes, acarrearlas, darles forma y colocarlas.
Padres, abuelos, familiares y algún vecino, eran la fuerza humana que movía esas montañas.
Todos, hasta el más desaliñado aprendían esas técnicas de supervivencia que les permita instalarse con éxito en los lugares más remotos.
Las montañas no se mueven solas.
Terremotos y volcanes se encargan de darles forma.
La fuerza de la solidaridad las mueve y reordena.
En las aldeas y campos de España por miles de años se cultivó y cosechó esa bendición.
Hoy por ti.
Mañana por mí…
Un día alguien inventó el dinero.
Y mató la solidaridad.
Y poco a poco murió.
Al morir, murió la aldea y los campos se vaciaron.
Pero he ahí que las semillas quedaron guardaditas entre los pliegues de las células.
A veces pueden brotar.
Es solo arremangarse las mangas, coger el pico y darle al monte hasta que salgan chispas.
