La Cordada de los incoscientes. I
Bernardeau Patric, hijo de un Pied Noir, corría el 68 o 69, era rápido con las chicas, su dominio del francés le daba esa ventaja.
Nada podíamos hacer.
Ni el hijo del juez Ortíz
Ni el del comisario.
Ninguno lo alcanzábamos.
El Guaperas le habiamos bautizado.
Mientras subíamos las primeras cuestas de Los Garres, hacia nuestra imponente peña con ese nombre tan güertano de La Panocha que tantas tardes acompañamos trazando sus vías de escalas libres o artificiales.
Atrás iba quedando El Valle, a nuestras espaldas, cada vez más bajo, con mayor amplitud, que poco a poco se agrandaba en el horizonte.
Poco a poco se ensanchaba la ciudad, iba apareciendo la huerta con su mosaico de colores, como un ropecabezas de colores, con todos tonos del verde.
A medida que subíamos, las dos superestructuras religiosas se iban imponiendo como faros en la noche, iluminaban toda la vega, reinaban como los reyes del valle.
Con sus 90 metros la gigantesta torre cristiana de la catedral se iba imponiendo a la ciudad.
Del lado norte el santo, con sus brazos en cruz se ergia sobre los restos del castillo Moro del Monte-Agudo, para seguramente indicar que estas tierras, ya definitivamente no era lugar de musulmanes.
En eso ya comenzó a aparecer la pinada que antecedía a la cumbre.
Cuatro componíamos la cordada del Club O.J.E. Sección Montaña, que, pa las generaciones de hoy, éramos los aprendices del Nacional Sindicalismo y haber sido hoy los «Guardianes de la Raza». Pero se ve que en algo erraron con nosotros, pues nada mas lejos de la realidad…
El guaperas, medio franchute Argelino.
El Pepe el Carnicero (aprendiz de carnicero).
El Culovaso, por sus gruesas gafas (Aprendiz de falangista).
Y yo mismo, que no tenía apodo, pues mi nombre yá daba entrada a una famosa pelicula de éxito internacional.
Por fin llegamos…
Era la primera vez que desoiamos a nuestro Maestro El Tirolinas.
«Nunca, pero nunca vayan solos a la montaña».
Y menos sin avisar.
Siempre decía.
Nuestra edad rondaba los 13/14 añicos, hombrecicos ya éramos, «pensábamos».
Sin perder tiempo ya en la base, hicimo el plan de ataque.
De cabeza de cordada iria el Pepe, yo como su segundo, asegurando y afirmando su avance.
La 2 ªcordada sería de cabeza, el Culovaso y el Guaperas como su segundo.
Como los medios eran escasos y en esa epoca las cordadas no dejaban ni una clavija, la pared estaba limpia, sin apoyos.
Decidimos atacar por vía de la chimenea, que era 80% en libre, era solo habilidad, destreza y piernas como acero.
En un tris, el Pepe hizo el primer largo, chimenea arriba, y clavando el primer apoyo, respiramos aliviados.
Ahí, ya asegurado por el Pepe, subí hasta el 1er punto de reunión.
El Pepe hizo el 2º largo, también en chimenea; volvió a asegurar colocando otro punto de apoyo.
Era el momento de la 2ª cordada iniciar su ascensión hasta el 1er punto de reunión , ya con la vía abierta y asegurada por mí, con la 2ª cuerda.
Los oí discutir y titubear, como que no se decidían…
-Vaaaamos -decía el Pepe, desde arriba.
Finalmente e Culovaso subió y le hice espacio en la pequeña repisa, se aseguró al punto de apoyo y mandó la cuerda al Guaperas…
Este, no paraba de reclamar, hasta que el Pepe le pinchó un poco.
-Franchuuunte , medio-moooro, renegaaao.
El Guaperas subió como un cohete.
Por su falta de técnica, se destrozó los nudillos, las patas y brazos tó raspeao.
Llegó, se amarró con tres vueltas a la clavija.
Colorao como un tomate y con largos resuellos se apoderó de la repisa que casi nos hace caer.
Subí rápido al 2º punto de reunión.
El Pepe inicia el trecho final de escalada artificial, más o menos 8/10 clavijas.
Avanza tranquilo,
con seguridad y vá dejando las dos únicas clavijas de duraluminio francés para el rappel del descenso.
Clava, mosquetonea y avanza.
Clava mosquetonea y avanza y yó le aseguro la cordada, esa la tecnica.
Sin contratiempos hace cumbre.
Ahora el culobaso pasa de la 1″ reunión a la 2″ con riesgo cero pues yó lo aseguro con la cordada.
Una vez el culobaso asegurado , es mi turno de hacer cumbre.
Avanzo y en un ratito estoy con el Pepe.
Disfrutamos, de las vistas, hacia el este azulea el mar al sur Sierra Espuña.
Corre un viento medio fuerte asi que avisamos al Culobaso y al Guaperas que suban.
Se escucha de nuevo al Guaperas reclamar, esta vez no se entiende lo que dice, pues debe ser un dialecto medio árabe/francés, no se.
Pero que está perdiendo el control está.
Decidimos no insistir pues, aprendimos del Maestro Tirolinas que el pánico en el monte es lo peor, y no se cura gritando.
Pensamos y pensamos para que Culovaso se mantenga firme, pues el es el salvavidas de su compañero.
Pasa media hora y el Culovaso empieza a ponerse nervioso.
Dice que el franchute está sin habla y atorao.
Su voz yá perdió la firmeza.
Vimos que la noche está por llegar asi que hay que empezar a bajar y esta vez con rescate incluido….


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Las Músicas de Ultramar
Al mal tiempo buena cara, así que, mientras salvamos al Franchute, escuchemos unas músicas de Ultramar.
Raul levié
Gracias Buenos Aires
https://m.youtube.com/watch?v=SFANa7wL6QY
Adios nonino