Septiembre es un buen mes pal Camino.
El mejor.
Ya pasaron las vandás de japoneses, búlgaros y jóvenes pijos/as de cualquier lugar del mundo.
Ñoquis con paga, universitarios permanentes, políticos, militantes y toda clase de espantapájaros.
Ya volvieron a sus quehaceres esos de pagar cuentas con del sudor de su frente o con fotocopias de € del BCE.
Este es nuestro Mes.
El mes de los desoficiaos mejor pagados del mundo.
Los que cada mes recibimos la paguica en la c/c.
Los que yá nos vacunamos de tó.
Hasta de lozanas mozas o mozos.
Este es el mes de los «Libres».
De los que dejamos de ser esclavos bien o mal pagaos.
De los que dejamos atrás despertadores cancanosos que te gritaban en la oreja hasta ponerla colorá.
De los Wassapes eternos.
De modas, conciertos y botellones.
En fin.
Al fin Libres…
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Andando voy.
Andando vengo.
Parando por el camino.
Pá tomar un resuello.
Al parar echas la mirá atrás.
Las pisás del andarinho revolotean entre los ripios polvorientos del camino.
Los campos ya segaos brillan con los últimos soles del verano.
Algún que otro paisano atrasa hace sus labores de fin de la cosecha.
Van pasando campos y campos en barbecho obligatorio por la más económica competencia de los campos ucranianos.
Mientras los sabios de las Moncloas nos inundan con la España vacía…
Me altera tanta estupidez.
Es apenas mantener el precio que viabilice que los que trabajan nuestros campos (jóvenes y viejos) y que consigan vivir de su dedicación.
Yo, de mayor, querría ser político y aplicar aquello de zapatero a tus zapatos de Elche, lógico.
Y naranjas del Sureste, queso manchego, atún Calvo, Filetes del Rey de Oros y michirones de Murcia.
Después, que nos traigan Mercedes Alemanes, Pizzas italianas o Relojes Suizos.
«Cada perrico que se lave su pijico»;
dice bien el refranero Panocho.
Primero lo de nuestros campesinos y si falta, lo estudiamos…
Ahora, mientras me comía un menú del peregrino de 10€, pasaron por la tele que falleció El Gorvachof, seguramente uno de los pocos políticos inteligente ruso en cientos de años.
Al mismo tiempo pasaban la tomatina de Buñol, «Que Vergüenza».
de ser del Sureste Valenciano.
¡Es que, por estos Caminos, la mollera disfruta como un cosaco!

Peregrino dándole a la Mollera